Salones  >  Lamparas
 

      
Lampara de pie DENO
 
Como ya os dije, las personas grandes me han desalentado de mi carrera de pintor cuando tenía apenas seis años, habiendo sólo aprendido a dibujar las boas cerradas y las boas abiertas.
 

      
Lampara de pie SUPTOR
 
Continuaba absorto mirando aquélla aparición ya que me encontraba, como les dijera, a mil millas de toda tierra habitada. El hombrecito sin embargo, no me parecía extraviado, ni cansado, ni muerto de sed ni de hambre y menos muerto de miedo. No tenía el aspecto de un niño extraviado.
Al fin pude hablar y entonces dije:
-Pero... qué haces aquí?
Suavemente pero muy serio repitió:
 
-Por favor... dibújame un cordero...

      
Lampara de pie FONDUR
 
Cuando el misterio es demasiado grande, es imposible desobedecer. Por ridículo que me pareciera, a tantas millas de una región habitada y en peligro de muerte, tomé de mi bolsillo un papel y un lápiz. Comuniqué al hombrecito, no en el mejor tono, que no sabía dibujar. Me contestó:
 
-No importa. Dibújame un cordero.

      
Lampara de pie TUBIX
 
Nunca en mi vida había dibujado un cordero, de manera que decidí rehacer uno de los únicos dibujos que me sentía capaz de realizar. El de la boa cerrada.
 
Incalculable mi sorpresa, cuando oí al hombrecito responder:

      
Lampara de sobremesa INDEX
 
-No! No! No quiero un elefante dentro de una boa. Las boas son sumamente peligrosas y un elefante muy embarazoso. En mi casa, todo es pequeño. Lo que necesito es un cordero. Por favor, dibújamelo.
Entonces dibujé:
 
El hombrecito miró con atención y luego dijo:
-No lo quiero. Este cordero está muy enfermo. Debes hacer otro.
Mientras dibujaba, mi amigo sonreía amablemente pero con cierta soberbia:
-Ves?... No es un cordero, más bien es un carnero. Tiene cuernos...

      
Lampara de sobremesa URBE
 
Hice nuevamente el dibujo, pero fue rechazado como los anteriores:
 
-Este es muy viejito; quiero un cordero que viva muchos años.
Ya algo impaciente y apurado por desmontar mi motor, garabateé por último este dibujo:
Le dije:
-Esta es una caja. El cordero que quieres está adentro.
Sorprendido me quedé al comprobar que el rostro de mi joven juez se iluminaba:
-Es exactamente como lo quería! Me pregunto si necesitará mucha hierba este cordero.
-Por qué?
-Porque en mi casa, todo es muy pequeño...
-Seguro que alcanzará. En verdad, te he regalado un cordero bien pequeño.
Mirando el dibujo, con la cabeza inclinada dijo:
-No tan pequeño... Mira! Se ha dormido.
Así fue como conocí al principito.