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Silla ESPART
 
"Es cuestión de disciplina", decía el principito. "Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, debe proceder cuidadosamente a la limpieza y orden del planeta. Hay que arrancar con regularidad a los baobabs apenas son distinguidos entre los rosales, a los que se parecen mucho cuando son muy jóvenes. El trabajo es fácil, pero muy aburrido".
 
Me aconsejó un día, que intentara lograr un espléndido dibujo, para que entrara bien en las cabezas de los niños de mi tierra. "Si algún día viajan-decía- podrá serle de mucha utilidad.

      
Silla MARUM
 
En algunas cosas, no es un inconveniente importante dejar el trabajo para otro momento. Pero si se trata de los baobabs, siempre es una catástrofe. Conocí en una oportunidad un perezoso habitante de un planeta que descuidó tres arbustos..."

Dibujé aquél planeta según las indicaciones del principito.
 
Me desagrada ser moralista; pero verdaderamente el peligro de los baobabs es poco conocido y los riesgos por quien pudiera llegar a extraviarse en algún asteroide son tan importantes, que, en una excepción que me permito, salgo de mi reserva y os digo: "Niños, cuidado con los baobabs!"

      
Silla IGLUS
 
Trabajé largo rato sobre el dibujo, a fin de prevenir a mis amigos de semejante peligro. Quizá os preguntéis: "Por qué no hay en este libro, otros dibujos tan grandiosos como el de los baobabs?" La respuesta es que intenté hacerlos pero sin éxito. En cambio con los baobabs, lo que me impulsó fue sencillamente la urgencia.
 
Capítulo 6
De a poco fui comprendiendo tu pequeña vida melancólica. Tu mayor distracción era la suavidad de las puestas de sol. De ello me enteré en la mañana del cuarto día cuando me dijiste:
-Me gustan las puestas de sol. Vamos a ver una?
-Bueno, pero debemos esperar...
-Esperar qué?
-Tenemos que esperar a que el sol se ponga.
Pareciste sorprendido. Luego riéndote de ti mismo me dijiste:
-Creo siempre estar en casa!

      
Silla CONTEMP
 
Se sabe que cuando es mediodía en los Estados Unidos, el sol se pone en Francia. Sólo bastaría llegar a Francia en un minuto para ver la puesta del sol. Pero desafortunadamente, esto no es posible; Francia está suficientemente lejos. Claro que, a diferencia de ésto, en tu pequeño planeta bastaba sólo con mover tu silla algunos pasos, contemplando así el crepúsculo cuantas veces quisieras.
 
-Un día, asistí a cuarenta y tres puestas de sol.
Poco después agregaste:
-Sabes?... Cuando se está verdaderamente triste, son agradables las puestas de sol...
-Aquél día entonces, el de las cuarenta y tres veces, estabas verdaderamente triste?
El principito no respondió.